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jueves, junio 07, 2007

Comentario de Atlas descrito por el cielo de Goran Petrović

Goran Petrović como cartógrafo de sueños
por María Elena Sarmiento
El hombre del siglo XXI vive inmerso en un mundo amenazante y confuso. No solamente la agresividad ha hecho presa de él sino que las certezas parecen haberse retirado, las religiones están pasadas de moda y, aunque la ciencia ha avanzado a pasos agigantados, todavía no ha podido resolver las preguntas existenciales. Ante tal incertidumbre, la literatura le ofrece la posibilidad de refugiarse en universos alternos, de vivir otras vidas, de usar otros disfraces.
Aunque los peligros que los personajes atraviesen sean peores que los cotidianos, y que enfrenten al lector con sus propios miedos y angustias interiores, el que lee se siente en un entorno protegido. Cada vez parece salir ileso de la aventura, aunque en realidad los buenos libros no lo dejan incólume jamás. Como decía Marcel Prévost, “El hallazgo afortunado de un buen libro puede cambiar el destino de un alma.”
Atlas descrito por el cielo plantea un mundo al que poder escapar. En una entrevista a Goran Petrović le preguntaron la razón de que él mirara y escribiera sobre el cielo mientras había una guerra en Yugoslavia, su país. Él respondió: “Sí, esta es una especie de escapismo tal vez. Pero era una elección propia y una salida personal.” Mientras que la guerra de la ahora llamada ex Yugoslavia aparecerá en las enciclopedias resumida en una página, la literatura preservará los destinos humanos íntimos.
No es nada más un escapismo, es un proceso de interiorización. A diferencia del lenguaje político, que el autor define como "el habla con signos de exclamación", Petrović concluye que la narrativa es "el habla con signos de interrogación". De este modo, el lector se encuentra con una serie de preguntas que lo invitan a reflexionar, pero las respuestas no están en el libro, sino en él mismo.

En América Latina estamos acostumbrados a que lo mágico se haga indispensable, que sea un medio de subsistencia, la forma de respirar aire puro en los ambientes sofocantes. Por eso surgió el realismo mágico en estas latitudes, pero América no tiene la exclusividad de lo maravilloso, y ahí tenemos a la literatura de Goran Petrović como ejemplo de lo que se conoce como real maravilloso que, según dice Biruté Ciplijauskaité, surge en países que conservan “una fuerte tradición folclórica ligada inseparablemente con la vida rural, donde la sociedad todavía no es ni totalmente racional ni realista, pero que ha mantenido viva la condición básica señalada por Carpentier: la fe que no exige pruebas.”
En Altas descrito por el cielo, se presenta un mundo completo, con otras leyes, con otra geografía, con otros códigos de realidad. Goran Petrović se convierte en un cartógrafo, dibujante de los mapas que invitan al viajero a encontrar su propio trayecto en la lectura del libro. Lo invita a acompañar a los personajes en sus peripecias y mientras lo hace, el lector inicia un viaje hacia su propio interior, hasta sus propios sueños.
El viaje empieza en el momento en el que los personajes principales deciden cambiar el color del techo de su casa y lo quitan para obtener el tono azul del cielo: “En lugar de las tejas pusieron el cielo.”
Se nos presentan a lo largo del libro personajes entrañables, cada uno muy diferente al otro, con una personalidad propia y con una manera distinta de ver el mundo, pero que comparten no sólo la misma casa, sino la tolerancia del uno al otro que sólo se encuentra cuando hay crecimiento espiritual. Son personas que se atreven a vivir sus sueños y sus miedos y que por lo mismo, causan reacciones enervantes en el entorno.
Desde el momento en que la casa se queda sin techo, las diferencias de los habitantes quedan de manifiesto con respecto a los demás. Sólo el cartero Spíridon se atreve a preguntar qué hacen. Los otros, cuando salen del estupor de ver algo diferente a lo acostumbrado, juzgan con dureza sin tratar de entender.
Goran Petrović entreteje un mundo complejo alternando capítulos narrativos que incluyen maravillosas notas de pie de página con cincuenta y dos cuadros que en sí mismos son representantes del arte, la artesanía, los oficios y la ciencia alternativos del mundo que se plantea.
Las notas explicativas complementan la fantasía de cada capítulo y plantean panoramas fabulosos e insospechados desde puntos de vista diferentes a los que se tomaron en cuenta para hacer las narraciones. Por ejemplo, después de que los personajes quitan el techo, vienen dos notas de pie de página.
La primera se llama “Acerca de la oscuridad del sótano y la del desván”. Se trata de una nota de la Enciclopedia Serpentiana, libro mágico cuya historia aparece más tarde en la novela, y que dice: “Es simplemente increíble cómo uno voluntariamente acepta pasar la mayor parte de su corta vida entre dos oscuridades. Creyendo con ingenuidad que está protegido por la solidez del suelo y de las vigas del techo,...”
La otra nota de pie de página de ese capítulo se llama Desenmascaramiento de ciertos fenómenos negativos en la sociedad”. Ahí aparece un fragmento de una carta de un lector al Diario de la ciudad en donde reclama de esta forma: “... este azul destaca no solo por su color, también por la particular arrogancia del desacato de los principios adoptados.”

El lenguaje de Goran Petrović es típico de la corriente del realismo maravilloso como lo enuncia Seymour Menton, quien dice que en esa corriente se utiliza un lenguaje que “tiende a ser muy poético y complejo. Se subrayan los cinco sentidos con una abundancia de símiles y metáforas, patrones rítmicos recurrentes, enumeraciones eruditas y un vocabulario muy específico.”
A través de las metáforas nos involucra en los dramas personales de cada uno de los personajes como en el caso de Andrei, que se queda escondido detrás de un sofá en medio de un juego, esperando que regrese Eta a encontrarlo. Cuando quitan el sillón, Andrei permanece en la sombra que resultó no haber sido la del sillón sino la de Eta. Su mundo queda suspendido hasta que su amada vuelva a su lado. Por eso él vive a partir de ese momento, pendiente de los libros de su biblioteca, que eran tan amplios que contenían todos los itinerarios de todos los medios de transporte, incluída la barca de Caronte, para llegar a donde sea, incluso a ciudades imaginarias como Macondo.
Esther es la muchacha de tez café con leche. Lleva un lunar en la parte interior del muslo del tamaño de un grano de granada. Está enamorada de Augusto que es un actor de películas. Todos traman un plan para unirlos y preparan la casa y el postre para recibirlo. Él le concede el honor de verla. Los dejan solos y Augusto le roba el lunar en donde está el sueño de ella. Cuando lo ven salir, ven al hombre como Esther lo soñaba, con los labios más gruesos, con movimientos más firmes y de alguna manera, más joven.
Drágor trabaja en un circo. Lleva un hoyuelo en el mentón que lo protege de balas y rayos. Abotona su ropa con flores secas de distintos colores. Tiene tres baúles: uno se sostiene en el suelo, uno contiene la pesantez del mundo y por lo tanto, se hunde unos diez centímetros bajo el piso y el otro contiene lo más leve de la vida y por eso flota tanto como el segundo se hunde.
Despina viaja mucho, pero desde donde esté, manda sus regalos tales como estampillas de países de menos de dos pies, pañuelos todavía húmedos del agua de algún río lejano y el espejo septentrional en donde ella se aparece. Desde ahí, está enterada de todo lo que pasa en la casa. Despina compró ese espejo en Grecia de alguno de los antiguos oráculos. Está partido en tres y por eso, quien lo ve por primera vez piensa que está roto. Así lo fabricaron las tres Hermanas Pretéritas. Una parte del espejo dice el pasado, otra el presente y otra el futuro.

Las situaciones que viven los personajes parecen muy lejanas a la realidad del hombre contemporáneo, pero en el fondo no lo son, porque siguen tratando los mismos temas de siempre: el amor, el odio, la traición. Como dijo Petrović en una entrevista: “un escritor contemporáneo sólo hace un nuevo compuesto con esos elementos".
Atlas descrito por el cielo conduce al lector a un viaje hacia sus propios sueños, hacia un lugar interno en donde se le invita a quitar el techo de su casa para poder crecer sin medida. Sin embargo, este viaje no es para todos. Para algunos no habrá otro mundo que el real. Para ellos citaré una frase de Petrović que dice “La copia del presente se la dejo a la televisión”. El mundo mágico de la literatura es para el que la quiera, para el que la comprenda, para el que la necesite, el que la busque. En la literatura de Petrović encontrará “páginas llenas de poesía, de magia, de sorpresas, de paraísos propios y extraños...de sueños cumplidos y rotos; páginas donde el amor , la vida, el placer, la necesidad... se despegan del mundo terrenal para convertirse en algo más real que la propia realidad, más fantástico que los propios sueños... Cada una de las páginas de este libro son un cuento en sí, tienen la capacidad de sorprenderte, de hacerte reír, de hacerte llorar, de llevarte por parajes inexplorados.

En pocas palabras, Atlas descrito por el cielo corresponde a la definición que da Honoré de Balzac: “Un libro hermoso es una victoria ganada en todos los campos
de batalla del pensamiento humano”.

Playa de Brazzaville, una novela en tiempos de la complejidad
por María Elena Sarmiento
Así como la ciencia ha evolucionado hasta darse cuenta de que sus modelos son demasiado simplificados y ha llegado a la conclusión de que todo es más complejo que lo que se suponía, así las artes también han recorrido un camino de sofisticación buscando formas más complicadas. Antes, cuando el hombre creía ser capaz de conocer al mundo a través de estructuras simples y rígidas, la literatura también era más sencilla. Las novelas empezaban por el principio, iban desarrollando la historia hasta llegar a la parte en donde se resolvía el nudo y toda línea argumental llegaba a su final. El que contaba la historia era un narrador o algún personaje. Hoy es raro encontrar una buena novela cuya estructura sea de una sola línea progresiva en el tiempo y con una voz única.
Playa de Brazzaville no sólo trata de las teorías de la complejidad y la turbulencia, sino que las refleja en la forma en que está construida. Abarca una multitud de temas, entre los cuales se encuentra el de la búsqueda del conocimiento tanto a nivel científico como personal, pero no es una búsqueda simple. No es el mero placer del conocimiento lo que impulsa a los personajes. Ellos tienen intenciones ocultas, vanidades científicas y sentimientos encontrados (turbulentos). La vida no se presenta fácil para la protagonista. Tiene un matrimonio fallido y un marido que se refugia en las matemáticas, ella se entrega al trabajo, pero la turbulencia de la vida la arrastra en su vorágine.
Estructuralmente, la novela está contada con historias intercaladas, saltos en el tiempo y voces diferentes que no le permiten al lector instalarse en la comodidad de seguir una línea argumental. Una historia queda en espera mientras el autor nos sumerge en la otra, creando tensión en las dos.
Esperanza es una mujer joven pero compleja, una científica independiente con dudas y deseos, con amores y desamores. Es una sobreviviente de las fuerzas encontradas y que se enfrenta tanto a las alturas intelectuales como a las bajezas de la brutalidad en la sociedad humana y la de los chimpancés. Representa a la mujer moderna.
William Boyd nos ofrece al mismo tiempo los pensamientos de una mujer y una opinión del género humano. Presenta un mundo de disonancias y contrastes: la civilización frente a la edénica África; la investigación rutinaria y la abstracción matemática de John, el mundo perfecto que imagina Faye (y Mallabar con respecto a los chimpancés) y la crueldad tanto de los humanos como de los primates, los sueños de vuelo de Usman y lo agresivo de su profesión.
Playa de Brazzaville consta de dos historias entretejidas. La primera, la que desemboca en la locura de John, está contada en tercera persona, como si el tema fuera demasiado doloroso para Esperanza, aunque es ella misma la que nos dice en el prólogo que va a narrarnos su historia.
El segundo hilo narrativo es el conflicto en la reserva de los chimpancés. Éste está contado en primera persona. Resulta lógico que la protagonista pueda hablar con mayor facilidad de este tema. Sabemos que Esperanza, a final de cuentas, puede convivir mejor con los primates que con los humanos.
Ella representa el papel de Eva en dos niveles. Primero, aparece junto a Clovis, los dos solos en una reserva edénica que justamente se llama Grosso Arvore (árbol grande) y que fue creada por Eugene Mallabar, un científico que en muchos sentidos, desempeña el trabajo de un dios. Después, Esperanza representa a una Eva intelectual. Es ella la compañera del genio matemático que se recluye en la soledad del pensamiento para concebir toda una raza (o set) de matemáticas que explique la vida. Este set significaría darle un orden al caos, por lo menos, a nivel intelectual. Esperanza es la que le da la pala del pensamiento tal como Eva le ofrece la manzana a Adán. Al excavar, John obtiene la claridad que lo hace desarrollar al máximo sus potencialidades matemáticas y alejarse del edén de la cordura. Termina en su suicidio (alejado del paraíso). John intentó entrar al cielo de la gloria matemática con una llave conceptual. La idea subyacente es que el paraíso no es el conocimiento, es una llave falsa, a Dios se llega a través de otro camino. Como dice Malabar “the pursuit of knowledge is the road to hell”.
Playa de Brazzaville, un modelo de complejidad podría catalogarse al mismo tiempo como una novela de ideas, post colonial y de divulgación antropológica y evolutiva.
Igual que la ciencia busca describir y comprender el mundo, esta novela se asoma al corazón humano para no conformarse con la idealización de la naturaleza, sino adentrarse en su complejidad.

miércoles, enero 24, 2007

ejercicio de emoción oculta

Nuestra recámara
Camino por las escaleras para disimular su estridente silencio y me recibe nuestra recámara. ¿Mueve la cola? Es como si me viera volver de un día cualquiera y, traviesa, me trajera las sábanas para jugar un rato. Están tiradas en la cama; todavía guardan los secretos de nuestra madrugada. Huelen a viejo, a tiempo pasado. Es un tufo que me hace daño, voy a abrir la ventana.
La cómoda me mira arrogante, con ese gris que se deslava, y los cajones todavía te contienen. No se han enterado que pierden su tiempo. ¿Quién pudo pintarlos con el color del olvido? Lo debí haber cambiado cuando pude, pero hacía juego con las paredes y era esa textura la que te gustaba. Sus rugosidades siempre me parecieron trampas para insectos, cilicios que imponen su penitencia, que te escollan la mano y no sólo eso, también a mí me han atrapado.

viernes, septiembre 29, 2006

¿A qué te suena? (ejercicio de sonoridad)

Y en la luctuosa luz mortecina del anochecer se rebeló su risa
y fue lúcida rebeldía,
sublime bálsamo
y sádico lujo con sabor a miel.

Y entonces blandí un beso como si fuera sable,
y desabotoné su blusa blanca.
Se deslizó dúctil despabilando mi lujuria,
y me volví súbdito de sus blasones.

Y dejándome zambullir en su lozana blandura,
la saboreé salada
y elucubré la blasfemia que pesa en mi voluntad.

viernes, septiembre 22, 2006

Gemelo


Estúpida mirada que me atrapa
personaje perplejo que me mira,
petulante, ¿por qué me ves con ira
y nada en mi persona se te escapa?

Reprocha mi apariencia en esta etapa
imagen perjuriosa que se admira
de encontrar que perdure la mentira
de pesar que con sombra se solapa.

Pesadumbre de sueños enterrados,
de mi ánimo, atrapas el reflejo
y entretejes recuerdos olvidados.

Asombrado, la bruma al fin despejo
No todos son pasajes destrozados.
También observo gloria en el espejo

María Elena Sarmiento

martes, agosto 08, 2006

¿Fin?

Escucho un pájaro enojudo. Su voz es definitiva, como director de orquesta ordenando los últimos compaces, como si el contrincante ya no tuviera oportunidad de romper el silencio.
Aún así, le responde un burro... dos veces.

sábado, mayo 27, 2006

Hueco en mí

Extraño lo que nunca tuve, lo que pensé que era mío y nunca existió.
Extraño tu compañía aunque nunca estuviste plenamente aquí. Al menos, hacías bulto.
Extraño la plática a pesar de que no preguntabas mis opiniones ni escuchabas más allá de mi segunda palabra. Aunque a la mitad de lo que estuviera diciendo me cambiabas el tema, me creía escuchada y tomada en cuenta.
Extraño el apoyo que me dabas, o al menos, esa sensación de pensar que responderías por mí, y sin embargo, a fin de cuentas siempre terminé valiéndome por mí misma, tan sola como estoy hoy, pero con un contrato que te llamaba mi marido y que a los ojos del mundo me hacía una mujer más valiosa.
Extraño esos días de feliz inconciencia, aunque a mis ojos el haber sido capaz de decirte adiós fue una prueba indiscutible de mi valor.

jueves, mayo 25, 2006

Un ejercicio: no usar la palabra "que"

Cuando la muerte ordena, los hombres sumisos la siguen y no hay forma de tomar una respiración de más. Ese fue el caso de aquel hombre enamorado de la vida, o del sueño de la misma. Mientras se estremecía con la lectura de los versos más hermosos del planeta, caminaba rumbo a la casa de su novia. Un estremecimiento de romanticismo dio lugar a un grito desesperado cuando le faltó el piso y se desbarrancó en aquella grieta de donde nadie pudo sacarlo.